(29 de junio de 2020)
Señor, dónde te encuentro esta noche
para me cuides y protejas de este virus
para que limpies las lágrimas derramadas
sobre los rostros desgastados y las superficies arrugadas
sobre las voces desgastadas y calladas de las madres
sobre los ojos mojados del mundo
sobre los médicos de blanco enfrentados a la muerte
sobre las manos delicadas de las enfermeras
sobre los pies y las voces de los comunicadores
y sus micrófonos enfrentados a la muerte
sobre las calles de la desobediencia
sobre los hospitales llenos de enfermos y muertos
sobre las casas cerradas y aterradas
sobre las noticias desgastadas y temblorosas
sobre los errores del ministerio de salud
sobre las mañanas de gestiones equívocas
sobre los mensajes de calma y aumentan la tormenta
sobre los policías enfrentados a los hombres de la
muerte
sobre los administradores de los horarios imprevistos
sobre los trabajadores escondidos, desterrados y
desgastados
sobre el descanso de la noche que no llega
sobre las voces del arcoíris humano
sobre la mujer marginada por la pericia varonil
sobre la familia sembrada en el surco de la muerte
sobre los enfermos de esta tierra llena de pecado
mortal
sobre los ancianos desgastados y olvidados
sobre los mercados cerrados, caros y vacíos
sobre los bolsillos vacíos y rotos por el gobierno y
los lobos anónimos
sobre la mesa vacía de estas mañanas inesperadas
sobre los estudiantes anónimos y desaparecidos
sobre mis hijos de la palabra callada
sobre los silencios y las interrogantes mudas de mi
esposa
sobre mis hermanos lejos de sus propios hijos
sobre los gobiernos ambiguos y confusos
sobre las fronteras cerradas de nuestras patrias
sobre los aeropuertos llenos de gente llorosa
sobre los quince días de la noche interminable
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